Friday, May 26, 2017

No todas las casas están hechas del mismo cemento:


No todas las casas están hechas del mismo cemento:
Ensayo filosófico: Cristóbal Moncada 

¿Tiene caso vivir en un mundo que no te agrada? ¿Vale la pena seguir peleando por aquello que parece no importar ya? ¿Es justo juzgar a los que se han rendido? ¿Acaso debemos de tener fe en que todos nuestros problemas se irán eventualmente? ¿Acaso todos tenemos la misma fuerza?...

Pocos tenemos la fortuna de vivir en una casa hecha exclusivamente por nosotros mismos. Situaciones externas se escabullen dentro de los límites que buscamos plantar firmemente a nuestro alrededor, los cuales algunas veces terminan por romperse y abren paso a múltiples problemas.

Finalmente, cuando los problemas se han adentrado en el espacio íntimo del individuo, lo corrompen. De aquí pueden surgir problemas que llevan a éste a perder la cordura. En lugar de ser racional -desde el punto de vista de una mente sana y objetiva- y abandonar su hogar antes de que el techo se colapse, decide quedarse, sabiendo lo que le sucederá una vez que caiga su vivienda.

Mientras unos logran combatirlos y reconstruir los pilares que sostienen sus vidas, –siendo estos los amigos, las relaciones, el amor y el resto de los valores– otros, lamentablemente, se pierden en los escombros de lo que tanto tardaron en levantar con sudor, sangre y fe.

Y después, una vez que sus almas quedan atrapadas debajo de los escombros que alguna vez formaron las paredes de su hogar, no vuelven a salir; el individuo queda aplastado por su propia obra: sus propios errores y decisiones. Pero ha sido su decisión quedarse ahí. Él ha sido el responsable de que su fortaleza haya caído, pues no desarrolló cimientos lo suficientemente fuertes; sin embargo, la culpa no debe ser puesta sobre él. Su casa recibió ataques constantes en forma de críticas, chismes y ofensas; así, debilitando poco a poco sus ventanas… puertas… y hasta el mismo concreto.

Existe también el caso de aquellos que, al verse desesperados por la imagen de una casa destruida e inhabitable (por lo menos a su parecer), deciden abrir sus puertas. Dejan entrar a los problemas y los ataques que alguna vez decidieron combatir, haciéndolos sentirse bienvenidos. Es aquí cuando se ha perdido la esperanza.

Mas no es de cobardes. La misma fuerza que se utiliza para construir una casa es la que se requiere para destruirla rápidamente. Sin embargo, cada quién decidirá cómo hacerlo: no debe ser fácil acabar con algo que te ha acogido tanto tiempo.

Así concluyen muchas historias; pues los autores de éstas deciden que no pueden seguir recopilando experiencias que, a su parecer, seguirán lastimando sus casas y poco a poco la derrumbarán. En vez de eso, prefieren ellos acabar con su obra, para que ya no se vea más afectada por sujetos y objetos externos. No es para cobardes destruir algo que ha tomado una distinta forma a lo que se esperaba. De hecho, me atrevo a decir que es de valientes, pues al destruir su hogar, saben que las consecuencias no serán fáciles; pero, de igual manera, están dispuestos a lo que esté por venir.

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